KAFKA Y LA MUÑECA VIAJERA de Jordi Sierra y Fabra
Hay veces que tropieza uno con
relatos o con libros que te dejan un sabor especial en la boca. Y cuando digo un
sabor especial, es que es así, literal. Porque hay libros que, como éste, son
capaces de estimular todos tus sentidos. Hay libros que en cuanto su historia
te ha atrapado, simplemente gozas al verlos, porque están ahí, esperando a que
los abras, gozas al tocarlos y al abrirlos porque te predispones a continuar
donde te quedaste, gozas con el sonido de sus hojas al pasarlas porque quieres
sorprenderte con lo que deparará la siguiente. Y de repente, muchas veces, te paras,
acercas el libro a tu cara y lo hueles como queriendo atrapar más sensaciones
de las que su lectura te está aportando.
Y
hay veces, cuando ya vas terminando, que la boca se te hace agua, porque
comprendes que lo que te cuenta es tan sabroso que reaccionas igual que ante tu
manjar preferido.
Este libro está basado en una
historia real. Una historia que le sucedió nada más y nada menos que a uno de
los grandes escritores del S.XX, Franz Kafka (Autor de La Metamorfosis y El
Proceso), un año antes de morir.
Un
día soleado en el Berlín de 1923, Franz Fafka, daba un placentero paseo por un
parque cuando le llamó la atención el llanto desesperado de una niña. Dudó en
hablar con ella, no se le daban muy bien los niños, y pensó que ¿qué podría
hacer él para consolarla?
Pero
al final se armó de valor y se dirigió a ella. La niña lloraba desconsolada
porque había perdido su muñeca. Una muñeca especial para ella. Franz, desconcertado
por el llanto creciente de la niña, no sabía qué hacer. Trató de buscar la
muñeca, pero no aparecía. Ante la desolación y el mar de lágrimas de la
pequeña, de pronto a Kafka le vino una idea descabellada a la cabeza.
Le
contó a la niña que su muñeca se había ido de viaje, y que él, que era “cartero
de muñecas”, tenía una carta de su muñeca para ella.
La
niña comenzó a calmarse y le preguntó que dónde estaba esa carta. Franz le
contestó que la tenía en su casa y como se iba haciendo tarde, mañana, a una
hora convenida, quedarían en el parque para dársela.
Así
lo hizo. Franz Kafka en esa tarde escribió la carta y al día siguiente se vio
con la niña. Ella
le pidió que se la leyera.
Comienza
así una historia llena de ternura, de inocencia, de sinceridad, de amor y de
autenticidad magistralmente narrada por Jordi Sierra i Fabra.
Franz Kafka se vio de repente
metido en un embrollo del que no sabrá cómo salir. Porque la niña le reclamará
día tras día la “supuesta carta” de su muñeca que ha empezado a recorrer el
mundo. Y Franz se verá obligado a escribir una carta cada día.
No
sabrá cómo poner fin a aquello, pero…. lo logrará y lo logrará muy bien
logrado. Y eso ya lo dejo para que lo descubráis leyéndolo.
Se
trata de una historia fascinante y conmovedora que nos dejará con un exquisito
sabor de boca a lectores de casi todas las edades a partir de los 9 o 10 años.
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